Cuando vivimos en el presente, nos relacionamos con los demás de modo que no condicionado por el pasado ni por viejos patrones de percepción e interpretación. Olvidamos aquellos roces, diferencias y heridas que surgen en la interrelación, de igual manera evitamos los sesgos emocionales que se gestaron en los encuentros gratificantes y agradables. De esta forma curamos naturalmente todas nuestras relaciones de adentro hacia afuera y nuestros juicios serán más racionales.
Entonces, si deseo un juicio sano, racional y justo debo regir mi vida por principios universales, no negociables y en permanente vigencia en cada acto de la vida. De igual manera, y por mi propio bienestar, es mi deber aprender a perdonar, de manera sincera y profunda.
Cada día debe ser borrón y cuenta nueva en nuestras relaciones interpersonales. El ayer se cierra para dar paso a la atención, aprecio y aceptación por las personas que hoy me rodean. Tres actitudes esenciales para reverdecer y transformar cualquier relación, aquí y ahora.
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