
Photo by Ian Panelo on Pexels.com
Buscando en mi diccionario de sinónimos una expresión que denotara sorpresa, asentimiento, resignación, interrogación, duda e inclusive, encontré muchas palabras, pero ninguna tenía el vigor y la fuerza que buscaba. Desistí de la búsqueda, salí al balcón y por casualidad escuché una conversación en casa de una vecina…
¡Ajáaaaaaaa! Catalina ya te vi, no te escondas. Anda a lavar el baño, te he dicho más de mil veces.
– ¡Ajá! ¿Y por qué yo? – replica Catalina.
– Porque te toca una vez a la semana y bueno, ajá, hoy es viernes, así que es tu turno. Como premio te compraré un delicioso helado de chocolate, ¿te parece?
– Si, ajá, ya te creí –dijo Catalina
Ella de igual manera lavó el baño, luego se dirigió a su mamá y le dijo:
– Ajá, ¿Y mi helado?
– No tengo dinero –le respondió
– Bueno, ajá, ya me lo imaginaba…-contestó
– Voy a jugar con mi vecina, ¿escuchaste? –dijo Catalina
– Ajá, no tardes. Ya sabes que si llegas tarde tu papá se enoja y, ajá, ya sabes que te castigará.
– Ajá…
¿Ajá, la agarraste? ¡Ajá esa era! … pues ajá tiene esa fuerza definitiva que estaba buscando… ¿está claro?
Marianella Lapadula
¿Escribirías un relato con una extensión máxima de una página, tamaño carta? Si te animas, envíalo al correo textosycontextosbilingues@gmail.com
Comentarios
Aún no hay comentarios.