Un hola, un apretón de manos, uno o dos besos rápidos en la mejilla, un abrazo, una palmadita en la espalda. Con el saludo expresamos aprecio, respeto, afecto, amistad, cariño, compañerismo, simpatía, adhesiones o parcialidades. Un saludo puede expresar lealtad, fidelidad, confianza, alianza, incluso manifiesta ser digno de favor, protección o recomendación. Por el contrario, no saludar conlleva a deducir que quien no es saludado es una persona digna de desconfianza, hostilidad, desprecio u odio. No saludar es señal de hostigamiento, antagonismo, rivalidad y sin lugar a dudas… de enemistad.
No ahondaré en ese saludo rebuscado, melifluo, almibarado casi siempre cargado de falsedad, simulación, fingimiento y doblez. Se le teme por falso, desleal e incierto. Tampoco haré referencia a los saludos de los jóvenes, verdaderas acrobacias con manos, dedos, boca y ojos, que incluyen golpes, fricciones, toques, retoques, vueltas y revueltas, legados de grupos marginales de USA y difundidos por el mundo. Qué decir del saludo militar, con taconazo y subida de mano como un rayo, que termina con un estrepitoso y sumiso “qué ordena mi comandante”.
Las monjitas también son dignas de mención, a su “Ave María purísima” se debía responder “sin pecado original concebida” y el peligroso saludo de los gladiadores romanos, “Ave, Caesar, morituri te salutant” que terminaba, dedo arriba o dedo abajo. Y en las películas del oeste los “indios” al saludar blanco decir “Hao” y levantar mano derecha, y el dientón Bugs Bunny, moviendo sus orejas saludaba intempestivamente con “qué hay de nuevo, viejo”.
Pero… ¿podrías saludar con un escupitajo como señal de amistad? ¿Permitirías que un conocido tocara los senos de tu amada, en señal de saludo? Dirán ¡que preguntas más osadas! Qué peligro en tiempo de pandemia y aislamiento. Pero nuestras formas de saludar no son únicas, hay otras expresiones que seguramente no tienen cabida en tu paradigma moral, ético, estético ni en tu cartilla de buenos modales. Es más, personas hay que pueden reaccionar negativamente si le tiendes la mano para saludar, o te inclinas para dar dos besos en mejilla ajena. Ellos tienen, en su país otra forma de saludar:
Los gestos impresionantes se encuentran en Tíbet, donde sacar la lengua supone una muestra de respeto. Los malayos te toman las manos y te hacen tocar su pecho. En Zambia, no se dan las manos, se presionan los pulgares para decirse “Hola”. Por su parte en Argentina, los hombres si son muy amigos se besan en la mejilla, y en la boca si son amigos de Maradona…
Los modales suaves son propios de la cultura India, un apretón manos leve entre hombres, pero no con una persona del sexo opuesto. Además, a un anciano se le saluda inclinándose y tocándoles los pies. Semejante es el saludo chino, donde es tradicional el apretón de manos, pero con suavidad y delicadeza. A la persona que se saluda no se mira a los ojos. De manera semejante está el Bow, muy conocido saludo japonés, donde las personas se inclinan levemente uno frente a otro, sin llegar a tocarse. El saludo camboyano se circunscribe a una inclinación hacia adelante con las palmas de las manos juntas, en posición de rezo; gesto también común en Tailandia e Indonesia.
Los griegos no le ponen misterio al saludo, de manera simple, seca y práctica, te dan una palmadita en la espalda y ¡Listo! Algo parecido sucede son los mongoles, que entregan a sus invitados una tirilla de seda o de algodón que llaman “hada”, ¡y ya!
En esta época de pandemia, aislamiento, desinfectantes y tapabocas, nos encontramos con saludos, que considero deben ser evitados, por cuestión de vida o muerte. La cultura Maasai donde se escupe a la persona como complemento a la expresión “Hola”. En Nueva Zelanda, su saludo llamado Hongi, se realiza presionando sus narices e inhalando el aire que exhala la otra persona. En Omán, los varones se saludan presionando sus narices, con las bocas muy juntas, no una, sino un par de veces. Me pregunta es, ¿Cómo harán en esta época de tapabocas, barbijos o barbuquejos …? Con esta gente ¡ni el saludo!
Entre tanto, aquí y ahora, debemos ser obedientes y saludar chocando codos, tocando la punta del pie, de lejitos agitando la mano o brindando un aplauso en señal de reconocimiento.
Pero el saludo más hermoso es la expresión Namasté, que tomada del sánscrito significa literalmente, “te reverencio a ti” o “me inclino ante ti”, y es la forma más digna de saludo de un ser humano a otro. También se usa para dar las gracias o para pedir algo, y siempre como muestra inequívoca de respeto hacia la otra persona. ¿Qué responder en estos casos?
Puedes contestar de dos formas: Devolviendo el mismo saludo, agradeciendo: Namasté, o contestando con “Sukhino Bhava” que se traduce como “sé feliz” o “te deseo felicidad”
Mientras te vuelvo a estrechar la mano, choquemos el codo y ¡Sukhino Bhava!
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