Aunque es posible determinar varias áreas o dominios donde el potencial humano puede incentivarse con excelentes resultados, considero que los siguientes cinco factores son los que mejor definen el proceso de crecimiento personal.
• Buscar la coherencia: Que no significa ser rígido e inmutable, sino mantener un núcleo existencial más o menos congruente, donde pensar, sentir y actuar se organizan para un mismo lado. Esto no significa que no podamos revisarnos y cambiar de opinión si la evidencia y la lógica nos confrontan a fondo. La gente no es una veleta, tiene mejor calidad de vida y obtienen mejores resultados en sus actividades.
• Trabajar en la vocación: Potenciar lo que nos gusta hacer, trabajar en ello y hacer que la pasión y el entusiasmo nos empuje, más que la obligación. En cada uno hay una tendencia que nos permite hacer algunas cosas mejores que otras. A esto lo llamamos: “talentos naturales”, un gusto, una facilidad, una preferencia que cuando la encontramos y tenemos la suerte de permanecer en ella, nos sentimos realizados
• Amar y ser amados: No hablo de espíritu gregario, sino de estar enamorados, de tener una vida de pareja buena y saludable. El amor, cuando no está contaminado, nos empuja a vivir, a vivir más. Una relación afectiva funcional y satisfactoria tiene impacto en todas las áreas de desempeño.
• Tasarse bien uno mismo: Como decía, Epícteto. Autoestima sin mucha alharaca, silenciosa y bien administrada. El cuidado del “yo” es el motor del crecimiento interno. Mantiene el sentido de identidad y nos hace responsables de nosotros mismos. El amor propio es el origen de la ética personal que nos indica cómo hemos de vivir.
• Luchar por lo que creemos: Es poner nuestras ideas vitales sobre la mesa y trabajar por ellas. Hablo de principios y valores, lo que es verdaderamente importante para uno, lo que actúa como un monitor de alto nivel. Son las creencias que nos ayudan a marcar límites y a concretar las motivaciones más primordiales de nuestro ser.
Consciente o inconscientemente, la mente humana pugna por desarrollarse. Si le colaboramos, evoluciona; si la bloqueamos, se estanca y disminuye su capacidad de ser feliz.
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