Cada paradigma ha construido un concepto de inteligencia, ha elaborado métodos y procesos para medirla, identificado sus atributos y diseñado estrategias `para desarrollarla.
En su origen etimológico la palabra referencia la idea de “saber elegir” (intus legere) que conduce a asociar la inteligencia con la capacidad de resolver problemas, también se le asocia a la capacidad cognitiva, capacidad de aprendizaje, capacidad de relación, capacidad de adaptación a nuevas situaciones, entre otras. De manera más general hoy la inteligencia está relacionada con la habilidad individual para percibir datos, comprenderlos, procesarlos, organizarlos, jerarquizarlos y emplearlos de manera oportuna, pertinente y adecuada.
Nadie ha podido emitir el concepto definitivo sobre lo que se debe entender como inteligencia. Quienes se identifican con uno u otro concepto, lo declaran como acertado, adjudicándole a los demás el adjetivo de erróneo. De igual manera existen muchos recursos, técnicas y mecanismos para satisfacer el propósito de medir la inteligencia, entre ellos el muy conocido cociente intelectual, IQ, que analiza las capacidades lógico-matemática y lingüísticas de una persona, obteniéndose resultados poco precisos de la verdadera capacidad de esas personas, porque deja por fuera otros elementos dignos de ser referenciados.
Si se acepta el carácter complejo de la inteligencia, cada concepto emitido solo define una pequeña parcela de ella, predefiniendo procedimientos y atributos considerados como propios para tal manifestación. Tal vez el más cercano a entender este maravilloso atributo del ser humano es Howard Gadner , quien cataloga la inteligencia como un potencial que posee cada individuo, que se puede incrementar mediante ciertos procedimientos, pero que sus manifestaciones son imposibles de cuantificar. Propone entonces siete manifestaciones de la inteligencia como son: inteligencia lógica-matemática, inteligencia lingüística-verbal, Inteligencia visual-espacial, Inteligencia corporal-cinética, inteligencia interpersonal e Intrapersonal, inteligencia musical y finalmente la inteligencia naturalista.
Hace poco se publicó una noticia que daba cuenta de los diez seres humanos más inteligentes. Pero no daba cuenta de cómo se conceptualizaba y bajo qué criterios se medía la inteligencia de cada uno de los elegidos. Lo cierto es que dada la diversidad de campos en que se desempeñan con éxito estos privilegiados, ellos son una evidencia de que la inteligencia es un potencial que todos poseemos, todos podemos desarrollar y todos podemos manifestar en razón de nuestros atributos individuales, nuestros intereses, nuestros anhelos y nuestros sueños.
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