El poeta Stephen CRANE (1871-1900), escribió el poema “No llores doncella, porque la guerra es buena.” Un poema que se pronuncia en contra de la guerra, cargado de ironía. Frente a ese poema Wayne W. Dyer hace comentarios como los que se presentan a continuación:
“Hay personas que empuñan armas y dejan doncellas llorando por todo el mundo, ya sea en los campos de batalla, en nuestros hogares, en las escuelas, en las calles o en los jardines de recreo.
Todos ellos parecen ser hombres que nacieron para luchar y morir y, sin embargo, no creemos que nadie esté predestinado a semejante vida desde su nacimiento. Esto es el resultado de nuestra curiosidad y fascinación por la guerra y la muerte, por la rabia y la violencia, de modo que atraemos a nuestras vidas colectivas lo que más tememos.
Vivimos, de forma más sutil, el mismo tipo de vida que el poeta Stephen Crane, atrayendo hacia nosotros lo que nos repele. Si no utilizamos bien a ese yo inferior, también seremos víctimas de esa búsqueda de gloria inexplicable del dios de la guerra y de su reino, donde yacen miles de cuerpos sin vida.
Nuestra fascinación por la violencia y su realización final se ve reflejada en nuestra afición a las películas de acción en las que el valor de la vida humana queda tan reducido que la muerte supone un entretenimiento. El lema de matar para tener al cliente contento influye poderosamente en la conciencia colectiva de los estadounidenses, tanto si nos damos cuenta de ello como si no.
Defendemos la necesidad y el derecho de llevar armas y, por consiguiente, éstas se convierten en un artículo muy rentable. Una pistola para cada hombre, mujer o niño es la meta de esta industria, y cada día nos acercamos más a ella. No llores, la guerra es buena.
No obstante, hay mucho por lo que llorar y no faltan las lágrimas. Cada día, a todas horas, hay mujeres que gritan de angustia al ver caer a sus seres queridos víctimas de nuestra casi insaciable atracción por la guerra y la violencia gratuita. Los estadounidenses vivimos en la sociedad más violenta del planeta, en la que cientos de miles de personas son asesinadas y mutiladas cada año sin que nuestros dirigentes, que están tan ocupados castigando a otros por violar los derechos humanos, les dediquen la más mínima atención.
No hace mucho, a los representantes oficiales de China que visitaron Estados Unidos no se les dio reconocimiento diplomático debido a las duras críticas que recibe su país por su postura hacia los derechos humanos. Esto me pareció tan irónico como el poema de Stephen Crane «No llores, doncella, porque la guerra es buena».
Para poder asestar un buen golpe a esta fascinación por la guerra, el crimen y la violencia, en primer lugar, hemos de mirar en el fondo de nuestro corazón y dejar que nuestro yo superior triunfe sobre estas tendencias.
Hemos de hallar ese lugar en nuestro interior en el que sabemos que todos estamos conectados por una inteligencia invisible y que es necesario vivir siendo conscientes de ella.
Hemos de negarnos a participar en cualquier actividad en la que trivializar la violencia y la muerte se considere una diversión.
Hemos de enseñar a nuestros hijos que no han nacido para luchar y matar, ni para alzar sus brazos al aire, en algún tipo de ritual egotista, para morir en la batalla como insignias rojas del valor.
Hemos de educarles para despreciar la violencia y para que sepan aprender a controlar sus impulsos violentos, derivados de la excesiva necesidad del ego de triunfar en la batalla.
Hemos de enseñarles a ellos y a nosotros mismos que es mejor cooperar que competir y enseñarles la gran sabiduría del refrán de los indios norteamericanos: «Ningún árbol tiene ramas tan estúpidas como para luchar entre sí».
Hemos de elegir a aquellos dirigentes que consideran una atrocidad que el mundo esté lleno de armas y municiones. Han de intentar por todos los medios, con verdadero valor, que se termine la fabricación de armas diseñadas para matar, desde las mortíferas bombas nucleares hasta las pistolas de bajo calibre. Si están diseñadas para causar la muerte, hemos de buscar otra alternativa. Por último, hemos de buscar en nuestro corazón para sofocar la atracción que siente nuestro yo inferior hacia la violencia y encontrar fascinación en la bondad y el amor.”
“Todo lo que hemos de hacer es ser un poco más amables los unos con los otros.” Ésta fue la respuesta de Aldous Huxley cuando en su lecho de muerte le pidieron consejo para la humanidad.
Wayne W. Dyer LA SABIDURÍA DE TODOS LOS TIEMPOS Cómo acercar las verdades eternas a nuestra vida cotidiana. Bondad. Traducción de Alicia Sánchez. Grijalbo Mondadori. New York. 1999, Pág. 221.
Si conservas tu juicio, aunque los otros
estén perdiendo el suyo, y te culpen de ello.
Si crees en ti mismo, aunque otros duden,
pero eres indulgente ante sus dudas.
Si sabes esperar pacientemente
y, aun viviendo rodeado de mentira,
la mentira nunca está en tu boca.
Si eres a un tiempo odiado y no respondes con iguales armas
y no te muestras falsamente santo
ni finges al hablar mucho talento.
Si puedes soñar, sin que te domine el sueño,
y pensar, sin ser esclavo de la mente.
Si eres inmune al triunfo y al fracaso
y tratas a esos dos impostores del mismo modo.
Si escuchas tu verdad en otras bocas
que de ella se sirven para fines propios.
Si ves desmoronarse aquello por lo que has dado tu vida
y te inclinas para volver a construirlo de nuevo
con útiles gastados.
Si puedes arriesgar cuanto ganaste
a una carta, y perder, y retirarte
y volver a empezar como si nada
y no pronunciar palabra sobre tu pérdida:
si puedes forzar todo tu cuerpo
corazón, nervios y músculos
para que te sirvan, aunque ya no tengan fuerzas
y mantenerte firme cuando nada queda salvo
la voluntad que dice: «¡Aguanta!».
Si hablas con la gente y conservas tu virtud,
si estás entre reyes y no pierdes tu integridad.
Si no pueden herirte tus enemigos
ni tampoco tus amigos.
Si todos ponen en ti su confianza
y ésta no queda nunca defraudada:
si puedes llenar cada minuto implacable
con sesenta segundos que merezcan haber sido vividos,
el mundo es tuyo, con todos sus tesoros,
y aún más, hijo mío: ¡serás HOMBRE!
Rudyard KÍPI ING
(1865-1936)
Nacido en la India de padres ingleses, Rudyard Kipling fue un famoso novelista, poeta y autor de novelas cortas. Durante los cinco años que vivió en Vermont, cuando publicó El libro de la selva y Capitanes intrépidos. ganador del premio Nobel de Literatura de f 907 tiene mucho que ofrecernos.
Copia este poema, y léelo para ti mismo y dáselo a aquellas personas a quienes desees ayudar a adquirir madurez emocional y espiritual. Todas las lecciones se encuentran dentro de él. Éstas son: conserva la calma, confía en ti mismo, sé honesto, sé un soñador, desapégate, arriésgate, independízate, sé humilde, sé compasivo, perdona. Todo esto se encuentra en el poema. La pregunta que puedas formularte ahora empieza con una sola palabra: «Si»…
En este mundo traidor, nada es verdad, Nada es mentira. Todo depende del cristal con que se mira.”
Ramón de Campoamor
Ella Wheeler Wilcox, fue una poetisa estadinense, bastante inquieta que incursionó en el espiritismo, la teosofía y el misticismo. Nacida en Wisconsin, fue muy aceptada y aplaudida por los lectores de su poesía y su prosa.
En una de sus poesías escribió dos famosas líneas: “Ríe y el mundo reirá contigo. Llora y llorarás solo”. Frase cierta y contundente que nos enseña que atraemos a nuestra vida lo que proyectamos con nuestras actitudes. “Alegre, tendrás muchos amigos. Triste, los perderás todos.” En general, los que creen que el mundo es una cloaca ven en todas partes ratas y sabandijas, mientras que los que creen en la bondad de la humanidad ven a los demás con la misma mentalidad, la ven como gente buena que vale la pena conocer.
Una persona recién trasladada a una nueva ciudad, pregunta a un vecino “¿Vive aquí?”. Le responde sí y el nuevo vecino relató que había estado viajando toda la noche. Entonces hizo una pregunta común: “¿Cómo es la gente por aquí?”. El vecino respondió con otra pregunta: “¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes?” dibujó en su cara una amplia sonrisa y expresó que la gente era la más amable y cálida, el vecino le respondió: “Eso es lo que va a encontrar aquí”.
Es cierto que cuando te sientes alegre, tú irradias alegría y a cambio de ella, recibes expresiones y vivencias alegres, te relacionas con gente alegre por todas partes. Y encuentras beneplácito en todo, desde la pequeña alegría de escuchar tu canción favorita, hasta la gran experiencia de un aumento de sueldo.
Dice Ella Wheeler Wilcox “La vida no te está sucediendo, la vida te está respondiendo” … “Tú eres el conductor de tu mente, así que toma el control y mantenla ocupada con tus instrucciones indicándole a dónde quieres que vaya. Tu mente sólo se maneja por su cuenta si no le dices qué hacer.”
Entonces, en la práctica de la cotidianidad, es posible afirmar que la actitud es la manifestación del estado anímico ante una determinada situación, esta actitud puede ser actitud positiva o actitud negativa. La actitud positiva enfoca una situación bajo los aspectos beneficiosos y conlleva a asumir la realidad de una forma sana, positiva y efectiva. A su vez, la actitud negativa impide ver algún aprovecho en la situación que se vive, lo cual implica sentimientos de frustración, resultados desfavorables que impiden el logro de los objetivos propuestos.
Te aporto un enlace, por si quieres hacerte un test actitudinal.
https://www.psicoactiva.com/test/test-de-actitudes-disfuncionales-de-weismman.htm
Quienes han viajado por todo el planeta y han visto casas de todo tipo: las chozas de hierba de Polinesia y los iglúes en la tundra helada, personas compartiendo pequeños apartamentos en Hong Kong y otros que han elegido vivir en tiendas en el desierto. Incluso los que llevan la etiqueta de «sin hogar» suelen tener algún lugar favorito, ya sea una caja grande o un rincón propio debajo del puente de una autopista. La tendencia universal parece ser hallar algún cobijo que proporcione comodidad y seguridad y al que podamos llamar hogar.
Además, estas estructuras a las que denominamos hogar son algo más que el lugar y los materiales con los que están construidas. Bajo esos techos se encuentran las personas que más se preocupan por nosotros, las que han estado dispuestas a mantenernos, las que siempre están allí por mal que vayan las cosas.
Muchos de nuestros problemas y desdichas proceden de no saber relacionarnos con las personas con las que compartimos techo. No obstante, en general existe un vínculo muy fuerte entre los miembros de una familia que comparten el mismo hogar. Pienso en mis hermanos, con los que no vivo desde hace décadas y a los que apenas veo, y sin embargo el tiempo que pasamos bajo el mismo techo nos unió en un círculo de amor que jamás se romperá.
Un hogar simboliza ese sentimiento de conexión con los demás que no se puede medir de ninguna forma. Es un sentimiento de unidad con quienes comparten ese espacio.
Por lo tanto, cuando regreses y te acerques a casa, detente antes de abrir la puerta y saborea ese sentimiento de gratitud, no sólo por tener un hogar al que volver, sino por quienes lo construyeron para ti, para que pudieras crecer y vivir todas tus experiencias, buenas y malas, fáciles y difíciles. Sé hoy un vagabundo y regresa luego al hogar. Se invirtió mucho amor, cuidado, alimento, trabajo y energía para protegerte y para que pudieras llegar a ser autosuficiente. Un hogar representa todos esos cuidados y todo ese amor.
“El camino es duro y empinado, y se extiende a lo ancho y a lo largo, pero al final conduce a una ciudad dorada de casas doradas”.
“La sabiduría de todos los tiempos” Wayne W. Dyer